El grito de La Independencia: (20 de julio de 1810)
El 20 de julio de 1810 fue el inicio de unos sucesos
determinantes que cambiaron la historia de lo que hoy conocemos como Colombia.
Nadie sabía exactamente qué iba a pasar el 20 de julio de
1810, pero se podía percibir una atmósfera de que algo ocurriría. Fue un
viernes, día de mercado y todo el pueblo caminaba por las calles de Santa Fe.
Después de la abdicación del monarca español Fernando VII
tras la invasión francesa a España en 1808, llevada a cabo por parte de
Napoleón Bonaparte, en España se organizaron juntas de gobierno a nivel local
para resistir al invasor y, a la vez, gobernar en ausencia del rey depuesto.
Estas juntas pronto uniéndose organizaron un gobierno "alterno" al
gobierno de ocupación impuesto por Napoleón.
En la provincia de Santa fe se había creado una junta de
notables integrada por autoridades civiles e intelectuales criollos. Los
principales personeros de la oligarquía criolla que conformaban la junta eran:
José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo
Lozano, Antonio Morales, entre otros.
Estos comenzaron a realizar reuniones sucesivas en las casas
de los integrantes y luego en el observatorio astronómico, cuyo director era Francisco
José de Caldas. En estas reuniones empezaron a pensar en la táctica política
que consistía en provocar una limitada y transitoria perturbación del orden
público y así aprovechar para tomar el poder. La junta de notables propuso
entonces crear un incidente con los españoles, a fin de crear una situación
conflictiva que diera salida al descontento potencial que existía en Santafé
contra la audiencia española. Lo importante era conseguir que el Virrey,
presionado por la perturbación del orden, constituyera ese mismo día la Junta
Suprema de Gobierno integrada por los regidores del Cabildo de Santafé.
Poco antes de las doce del día, como estaba previsto, se
presentaron los criollos ante Llorente y después de hablarle del anunciado
banquete a Villavicencio, se le pidió prestado la pieza para adornar la mesa.
Llorente se negó, pero su negativa no fue dada en términos despectivos
o groseros. Se limitó a explicar diciendo que la había
prestado varias veces y ésta se estaba maltratando y por lo tanto, perdiendo su
valor.
Entonces intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén
y saludó a Llorente, lo que permitió a don Antonio Morales, como estaba
acordado, tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales
y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había
respondido con palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que
Llorente negó categóricamente.
Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por
la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva
el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! La ira se tomó
el sentir del pueblo.
Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres
empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El Virrey,
las autoridades militares y los españoles, contemplaron atónitos ese súbito y
violento despertar de un pueblo al que se habían acostumbrado a menospreciar.
fue brabo
ResponderEliminaruwu
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